Luis José García-Pulido
2 JUN 2022
“La definición del territorio donde se asienta la Alhambra ha cambiado a lo largo de la historia. Por ello, los elementos patrimoniales que definen este singular Paisaje Cultural presentan unas imbricaciones que permiten su puesta en relación con diferentes entornos del monumento.”
La Acequia Real y el desarrollo urbano de la Alhambra
En las fechas más tempranas del devenir de la Alcazaba de Alhambra, aún no se había configurado un sistema hidráulico que estructurase y vertebrase el establecimiento de un asentamiento de cierta entidad. El abastecimiento de agua debía de ser el propio de un reducto fortificado elevado junto al que discurría un curso fluvial. Este aprovisionamiento de agua estaría posibilitado por la existencia de un aljibe junto al baño de la Alcazaba de la Alhambra, posiblemente del siglo XI, abastecido desde el primer tercio del siglo XIII con agua de la Acequia Real. En sus orígenes, se suministró con la toma y acarreo manual de agua desde el río Darro, para lo cual se construyó una coracha o espolón fortificado que permitiese bajar hasta la Puerta de las Compuertas (Bāb al-Difāf).
Pese a las excelentes cualidades estratégicas de la Colina Roja, este lugar veía limitadas las posibilidades de un asentamiento humano, debido al déficit hídrico que acusaba. La particular orografía de la Colina Roja y su forma alargada condicionó la fisonomía del asentamiento. Está limitada al norte por los acusados escarpes que se precipitan hacia el río Darro. Hacia el noreste por el Barranco de la Cuesta de los Chinos, prolongación del Barranco del Tejar, que la separa del Cerro de Santa Elena, que con una altura de 898 m.s.n.m. domina al de la Alhambra, que no sobrepasa los 790 m.s.n.m. Hacia el sur y el oeste el Barranco de la Cuesta de Gomerez la separa de la Colina del Mauror y del Campo de los Mártires. En esta colina se conformó una ciudadela contenida por un recinto amurallado cuyos límites venían impuestos por los propios escarpes naturales. Su fundación estuvo marcada por el establecimiento de un sistema de abastecimiento hidráulico permanente que permitió construir su perímetro murado.
El primer monarca de la dinastía nazarí, Muhammad I (Muhammad ‘Abd Allāh ibn al-Ahmar), cuyo reinado se prolongó desde 1232 hasta 1273, fue el artífice de la creación y planificación de esta ciudad palatina, asentada sobre la Colina Roja. En 1238 “Le llevó agua del río, levantando un azud y excavando una acequia exclusiva para ello”, lo que aseguraba la subsistencia e independencia de la Alhambra, al mismo tiempo que permitía el desarrollo y crecimiento de la misma. Todo esto acarreó una profunda transformación de este medio natural hostil, que paulatinamente sería antropizado y organizado territorialmente. Las mejores posibilidades para captar agua en abundancia y conducirla a la Colina Roja seguían estando en el río Darro, del que ya se abastecía madīna Garnāta.
En un determinado momento, situado entre la creación de la Acequia Real en el siglo XIII y la apertura de la Acequia del Tercio, se ingenió un sistema de elevación de agua desde la primera, una vez ésta había atravesado el patio del palacio del Generalife. Con ello se conseguía irrigar zonas situadas por encima de esta almunia real, tales como la Huerta de la Mercería, de 1,5 ha. Se trataría del primer estado de funcionamiento del sistema hidráulico del Albercón de las Damas, que podría estar en relación con las obras emprendidas por Isma‘il I (1314-25) en el Generalife o por la gran época constructiva que desarrollaron sus sucesores Yusuf I (1333-54) y Muhammad V (1354-59/1362-91).
La evolución de esta particular medina, que contaba con todos los elementos para tener tal categoría (suministro estable de agua, murallas, palacios, áreas residenciales, cortesanas y civiles, mezquitas, baños, instalaciones artesanales y preindustriales, cementerios, áreas de cultivo…), se prolongó hasta 1492 sin llegar a saturar el recinto amurallado. La expansión de la ciudad fuera de sus muros tan sólo se produciría con la construcción de grandes almunias reales, pues, pese a lo que ocurría en otro tipo de medinas, el área extramuros hacia el este era de posesión real y continuó siéndolo tras la conquista cristiana de la ciudad. Esta ampliación se produjo fundamentalmente hacia los cerros inmediatos, y esto no sólo por el hecho de que hacia cotas más bajas la yuxtaposición con madīna Garnāta limitara el crecimiento, sino también por cuestiones simbólicas y representativas del poder.
Luis José García-Pulido es Doctor Arquitecto y Científico Titular de la Escuela de Estudios Árabes del CSIC, Primer Premio en la Categoría de Investigación de la XIII BEAU. Extracto del libro número 41 de la Colección Arquitectura_Textos de Doctorado, págs. 203-205.