Tiempos de Central Park

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Ángel Martínez García-Posada

24 JUN 2022

 

“Estos Tiempos de Central Park pretenden explicar de un modo abierto y continuo el desarrollo y trascendencia de un territorio urbano. Junto a Lecturas, Escritos y Dibujos, eran páginas de Cuaderno Central Park, pueden ser leídas en sentido descriptivo e interpretativo, modos diversos y arquitectónicos de aprehender un lugar, describir es interpretar y transformar.

  

viele diseño primero creating central park

Primer diseño de Egbert Viele, presentado al concurso con la entrada 28

 

  

El estudio de los documentos gráficos conservados muestra que, de las propuestas presentadas al concurso convocado en 1857, la de Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux, además del mejor proyecto, era la más rigurosa y detallada, y definía a grandes rasgos lo que habría de ser el parque en los años siguientes, su estructura de caminos, el tratamiento de los bordes, la configuración de las zonas de agua o la recta del Mall. Olmsted y Vaux supieron fundir las influencias inglesas en un plan armonioso y funcional. […]

  

El proyecto demostraba un estudio de la distribución de caminos, prados, rocas o agua más profundo que cualquier otro. El plan original está expuesto hoy en la sede del Departamento de Parques. El trabajo de preparación se hizo en casa de Vaux en el número 136 este de la calle 18, habitualmente los domingos y durante la noche, porque Olmsted estaba ocupado en su superintendencia del parque durante todo el día. Comenzaron en octubre de 1857, fueron seis meses en los que dieron forma al futuro parque. Vaux dejó descrito cómo fueron estos días de trabajo, con amigos que ayudaban a pintar los distintos patrones de verdes de la propuesta que se aprecian en el plano original conservado. Cada uno tenía su papel, Olmsted no era un buen dibujante y fue Vaux el que preparó la presentación. Como superintendente, Olmsted reunió información topográfica detallada y precisa. Además, se había encargado de la limpieza del parque, la demolición de chabolas, la eliminación de algunas rocas y la construcción de un muro perimetral. En este tiempo en que recorría el parque a caballo llegó a conocer con exactitud su morfología, la posición de cada escarpe, pantano, colina o arroyo. Además del exacto control del parque, algunas noches ambos iban allí y volvían a reconocer el terreno y solventar problemas en el propio lugar. La clave era adaptar el estado actual a su objetivo, aprovechar cualquier defecto del emplazamiento, sacar partido a la topografía y hacer que el visitante se sintiera como si una gran extensión de campo se hubiera abierto ante él. De todas las propuestas era la única con esta ambición de vistas y la ilusión de un gran territorio, un atrevimiento y previsión a una escala sin precedentes en la arquitectura del paisaje. Olmsted fue nombrado arquitecto jefe y Vaux, alejado de la opinión pública, concentrado en su tablero trabajaba como su asistente. Restaría un laborioso trabajo, sobre sus mesas y sobre el terreno, hasta que el parque llegara a ser como hoy lo visitamos.

 

Dos semanas después de ser proclamado ganador, el comisionado Robert J. Dillon presentó diecisiete enmiendas, tomadas en parte de las propuestas de los otros concursantes. […] Olmsted utilizó sus influencias para hacer ver a los responsables de la prensa, sobre el propio terreno, las consecuencias de tales cambios. Se generó así un gran debate y se llegó a exponer al público las treinta y tres propuestas del concurso. Fue la conexión de Olmsted con los hombres más influyentes de los distintos medios lo que salvó la propuesta, a cambio de algunas modificaciones. Una de ellas, la demanda de tres tipos de caminos separados, para los coches, para los caballistas y para los peatones sería respondida con una solución innovadora, los puentes y arcos que permitirían caminos en alturas, que con los años han quedado como uno de los sellos de Olmsted y Vaux. […]

 

El concurso fue, pues, sólo el comienzo, Olmsted y Vaux tuvieron que luchar para que su proyecto conservara su esencia, frente a las campañas de prensa, las opiniones locales o la oposición de algunos comisionados. Es cierto que el parque resultaría después de acuerdos y ajustes, victorias y concesiones, incluso más innovador, creativo y funcional que en el proyecto premiado. La mayoría de los autores americanos que han escrito sobre el parque prefieren entenderlo así: este no fue nunca la imposición autocrática de un artista o un patrón, sino una síntesis de opiniones diversas que sitúa a Central Park como un enriquecedor proyecto democrático, “la gran obra maestra americana del siglo XIX”. Si esto es incuestionable, también lo es que no fue sino la extraordinaria capacidad arquitectónica y la visión total de dos auténticos creadores la que dio forma a Central Park, desde las primeras reuniones en la calle 18 o el recuerdo de la experiencia inglesa de Olmsted, hasta el plano seminal del concurso y las cientos de revisiones, visitas o negociaciones, las propias de cualquier proyecto, en este caso el de un gran territorio urbano.

 

Ángel Martínez García-Posada es Doctor Arquitecto y Profesor Titular del Departamento de Proyectos Arquitectónicos en la ETS de Arquitectura de la Universidad de Sevilla. Extracto del libro número 40 de la Colección Arquitectura, Textos de Doctorado, págs. 61-70.

 

 

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