Eduard Callís Freixas
14 JUL 2022
“Mirar los pantanos españoles desde la arquitectura, en un sentido amplio, alumbra sus principales atributos y su razón de ser. Dota al análisis de las herramientas necesarias para abordar cuestiones de forma y estructura, de técnica y materialidad, de organización e implantación, de paisaje y territorio.”
Contacto del pie de aliviadero sobre paramento de la presa de Escales con la ladera.
Édouard Decam. Landscape scale, 2006-2011
Pocas construcciones responden al mismo tiempo a este par de adjetivos claros y sencillos. Una presa es grande y potente. Es una impresión a primera vista, intuitiva, quizá lo que nos viene a la cabeza durante la visita a un pantano. Lo saben bien los publicistas cuando seleccionan las localizaciones que sirven de soporte al producto anunciado; el carácter del fondo es clave para reforzar el mensaje a transmitir. Y la presencia de las presas en la publicidad es recurrente, especialmente en la propaganda de vehículos. De alguna forma, la presa refuerza la idea de que el coche está equipado con un motor potente, que su desarrollo técnico es un hito o incluso que puede alcanzar los lugares más recónditos. Ilustrar con presas sellos, carteles y postales también ha sido un medio de propaganda institucional, en la que, más allá de la obra de gobierno, la infraestructura representa el poder del estado y sus ideales.
No cabe duda de que las presas son las construcciones de mayor envergadura que hasta el momento el hombre es capaz de diseñar y levantar. Una carretera, una muralla, un canal o el dique de un puerto pueden ser largos; una fábrica o un aeropuerto, extensos; una torre de comunicación o un rascacielos, altos. La presa es al mismo tiempo larga, alta y extensa. Lo grande en las presas se refiere al volumen y se mide en metros cúbicos. Solo falta que a la impronta del muro le añadimos el agua embalsada, con lo que ya hablamos directamente de la construcción más grande, sin excepciones.
Lo potente, en el lenguaje coloquial, puede reiterar la misma idea de tamaño. Pero potente entraña sobre todo la capacidad, el poder para hacer alguna cosa. La construcción de una presa parte de una idea muy sencilla, construir un tapón en una cerrada para el almacenamiento de agua, de energía. Un pantano es, en definitiva, un depósito de energía potencial. Utilizada para la generación eléctrica, para el riego o para el abastecimiento, la capacidad de transformación es de gran calado, hasta el punto de inducir cambios profundos en el territorio, la sociedad y la economía de un país.
La presa asume el papel de sustentar los empujes del agua y regular su salida; es un muro de contención con dispositivos hidráulicos. El control del coste ante el tamaño exige contención, por lo que se trata es una estructura de mínimos para acometer esta función. Carece de revestimientos, todo lo que se ve es necesario. Por este motivo, la imagen de una presa refleja su esfuerzo estructural y la huella del paso del agua. En definitiva, transmite la idea de algo potente; su carácter es inseparable de su estructura.
Esta combinación de condicionantes estructurales e hidráulicos dota a la presa de una arquitectura particular, alejada de los edificios u otras obras de ingeniería civil. Y esta arquitectura también tiene un sistema de representación determinante, el perfil. La palabra pone el acento en la forma del contorno, obviando lo que sucede en el interior de la figura, porque el espacio interior no es una cosa relevante. El corte del paramento, perpendicular al empuje y dirección del agua, expresa a la perfección el tipo estructural y el sistema de alivio. Con la excepción de algunas bóvedas, el perfil es una figura que por simple extrusión resultará en la presa completa.
El arquitecto no es ajeno a estas primeras impresiones. De alguna manera sintetizan las principales características de las presas y constituyen una primera ventana para la comprensión de su forma. Más allá de un tema epidérmico, la forma de la presa responde principalmente al comportamiento estructural e hidráulico, al que cabe añadir otros factores como la organización de sus partes, los materiales empleados y las técnicas constructivas o su estrecha relación con la cerrada. El estudio de la forma del pantano rebasa el propio paramento, abarcando incluso la transformación del paisaje aguas arriba y aguas abajo.
Eduard Callís Freixas es Doctor Arquitecto y Profesor del Departamento de Proyectos Arquitectónicos en la ETSA de la Universidad de Barcelona. Extracto del libro número 58 de la Colección Arquitectura, Textos de Doctorado, págs. 217-219.